Parodiando la canción de Miguel Ríos os presentamos a otro incombustible fighter de los de toda la vida: James Toney. A sus 44 castañas va a batirse el cobre contra un gigante que sólo tiene 15 pelas, sin derrotas, y 14 victorias expeditivas.
James «El Apagón» Toney tiene un récord acreditado de 74(45)-7-3. Ha ganado a Evander Holyfield por TKO en 9 asaltos y ha perdido contra Roy Jones Jr. en 12 rondas, habiéndose tenido que levantar del tapiz en el tercer asalto. Cierto que en su tarjeta no aparecen contendientes muy renombrados, pero es que Toney empezó peleando en el peso medio para acabar en el peso pesado (tiene victorias ante Mike McCallum en dos ocasiones y ante Iran Barkley, que posiblemente no os digan nada, pero que fueron crema en aquellos años en las divisiones de los medianos).
James Toney lleva pisando lonas profesionales desde octubre de 1988… ¡Veinticuatro años y medio! Y de forma continuada, aunque ha pasado años con pocos combates.
A principios de los años noventa había un campeón de la categoría reina que nos tenía maravillados… Era Michael Nunn.
Alto, desgarbado, suelto, fibroso, alegre en su boxeo, zurdo, móvil, invicto, técnico y con mano algo pesada, y con una esquina de las que te dan confianza, de las que te dan casi el 50% del combate… Ni más ni menos que Angelo Dundee, el mítico entrenador de Muhammad Alí y de otros enormes campeones mundiales.
Así que con 36 peleas, todas ganadas y de ellas 24 por nocaut, el bueno de Michael Nunn quiso hacer un bolo en su ciudad natal, Davenport, Iowa, en el corazón de los USA, pequeña urbe a orillas del legendario Misisipi, y no se le ocurrió mejor cosa que invitar al ingenuo de James Toney para defender su cinturón de los medios en versión de la IBF ante sus paisanos.
El ambiente era de gala… Una fiesta boxística, donde el convidado de piedra era James Toney, que acudía con su rampante promotora Jackie Kallen, de la que os hemos hablado en un artículo anterior. En el vídeo que os vamos a dejar al final de esta nota la veréis en la llegada al ring y en las presentaciones siempre detrás de James Toney (a la auténtica Jackie Kallen, por supuesto, no a la estupenda Meg Ryan que encarna su papel en la película que os dejamos en la entrada enlazada).
Qué carácter el de esa mujer. Nos encantaba… Y qué bronca le echó al Toney en un combate posterior en el que acabó arrastrando la pierna derecha. Por lo visto la semana antes del combate le entró un ataque de bulimia y se puso a comer desenfrenadamente. Luego, para encubrir el subidón de peso, se hinchó a diuréticos para perder kilos a escondidas de todo su equipo. El resultado fue una deshidratación del quince… Sí, eran otros tiempos y los diuréticos no figuraban en la lista de sustancias prohibidas, o si ya figuraban de aquella… bueno, pues no se le prestaba tanta atención a eso del doping a finales del siglo pasado como se le presta hoy en día.
Y nos volvemos a perder en dibujos…
Todo estaba dispuesto en Davenport para homenajear a Michael Nunn. Creemos recordar que después del combate le iban a nombrar hijo predilecto o alguna otra distinción semejante. Pero antes tenía que pelear con un desconocido Toney que acudía con un respetable récord profesional de 25(18)-0-1, aunque para aquilatarlo es preciso indicar que el rival más renombrado con el que se había enfrentado era Merqui Sosa en disputa de la faja de los medianos del desconocido International Boxing Council, y al que había vencido en decisión dividida en 12 rondas.
Por supuesto Toney no compartía el papel que le habían asignado, así que decidió ponerle las cosas difíciles al confiado de Michael Nunn, y de este combate parte la merecida fama y el reconocimiento del que goza James Toney. Pero mirad que este cuento del boxeador cenicienta se repite una y otra vez en el deporte de las dieciséis cuerdas, convertido en un clásico al ser el gancho principal de la oscarizada Rocky. El campeón no se toma el combate en serio y si es capaz de reaccionar lo hará con gran sufrimiento pues no goza de la preparación adecuada debido a su relajación en los entrenamientos. Luego le ocurre lo propio a Balboa en la tercera entrega de la saga, que no se toma en serio a «Clubber» Lang (Míster T). Muy recientemente le ha vuelto a ocurrir a otro buen boxeador… Ya sabéis a quién. A veces salta la sorpresa, y otras veces se queda en un buen susto para el campeón, que de paso se lleva unos buenos palos.
Os dejamos este buen combate disputado el 10 de mayo de 1991:
Por cierto, aquí veréis a un jovencísimo Michael Buffer… sin el pelo cano y en vías de perfeccionar su celebrado grito de «Ladies and gentlemen, let’s get ready to rumble», aunque si os fijáis bien no se gusta tanto como ahora y habla muy acelerado. Sin duda las tablas valen de mucho… ¿Cuántos campeonatos del mundo tendrá presentados Michael Buffer?