Quizá el titular de esta entrada pueda pareceros pretencioso. Días que cambiaron el mundo ha habido muchos, y alguno más que vendrá, a buen seguro.
Pero el mundo del boxeo cambió el día que se enfrentaron Mike Tyson y Evander Holyfield en su primer combate. La revancha, como todos sabemos, se saldó con la descalificación de Ironman por arrancarle un pedazo de oreja de un mordisco a Holyfield. Lamentable…
Pero volvamos a aquel primer combate que resultó cuando menos épico. El 9 de noviembre de 1996 Evander Holyfield se presentaba en el cuadrilátero con una túnica púrpura que en la solapa dejaba ver una cita bíblica: la Carta a los Filipenses, concretamente el capítulo 4 en su versículo 13, que reza así: «Todo lo puedo en aquel que me conforta».
Mal agüero o refuerzo mental, cada cual que lo interprete como quiera; el caso es que Holyfield iba a necesitar de la ayuda divina, o al menos de la de San Pablo, autor de la epístola a los filipenses, para doblegar al «Huracán de Brooklyn», como también se conocía a Mike Tyson.
Tyson se presentaba con una tarjeta de 45(39) -1(1); precisamente su derrota por nocaut contra James «Buster» Douglas en Tokyo el 11 de febrero de 1990 le apartó de la corona mundial de los pesados y abrió el declive de «El Terror del Garden». Luego llegó su internamiento en prisión durante 3 años y 8 meses y con ello el público se quedó sin combate entre Tyson y Holyfield.
Así pues se trataba de una pelea esperada durante más de cinco años. «El Dr. KO» se presentaba en buena forma luego de dos bolos tras salir de la cárcel y otros dos combates ante buenos rivales que pusieron en las manos de Iron Mike la correa mundial, aunque para muchos era un bagaje escaso tras más de cuatro años de inactividad.
«Real Deal» Holyfield acudía como víctima propiciatoria. En estos cinco años desde que encerraran a Tyson había hecho diez peleas, habiendo perdido el título a manos de Michael Moorer.
Nunca el aficionado reconoció a Holyfield su categoría de peso pesado por llegar a esta división como campeón del peso crucero. Cuando perdió el título a manos de Moorer, un campeón del semipesado que había dado el salto al peso completo sin pasar por el crucero, las críticas se reavivaron. Pero en este combate el voluble público se posicionó en contra del chico malo de Catskill y a favor de Holyfield, al que su enfrentamiento con Ironman, uno de los pesos pesados con mayor pegada de la historia, iba a servirle de reválida. De ahí que no le viniera mal invocar la ayuda de los santos.
Pero el de Alabama, otrora tierra de algodón y de activismo racial, no tenía intención de ser convidado de piedra, y se había entrenado concienzudamente dejando su preparación en manos de uno de los grandes: Don Turner. Aquí os dejamos un buen artículo donde se habla de la sintonía que debe existir entre el preparador y el boxeador, y citan como ejemplo a esta pareja.
Por mor de la victoria de Tyson ante Bruce Seldon, el combate iba a ser sancionado por la WBA como campeonato mundial del peso pesado. Así pues, Evander Holyfield era el retador y Mike Tyson sería presentado como campeón mundial, ya decimos que con tan sólo 4 combates después de abandonar la trena. En el combate anterior al de Seldon, al que ganó por KO en el primer asalto, Tyson había recuperado el título mundial de WBC derrotando por KO a Frank Bruno en tres asaltos.
Mike seguía teniendo su pegada. Lo que no tenía era una esquina de confianza. Pero era Mike «Ironman» Tyson… sólo tenía que pegar como el sabía a un peso pesado engordado. Éste es el combate de aquella soberbia derecha al corazón… ¡qué derechazo!
Bueno, que nos perdemos en dibujos. Aquí os queda el enlace al primero de los combates entre estos dos colosos del ring, que se celebraba en el MGM Grand, de Las Vegas, Nevada (Estados Unidos, por supuesto) y que fue pelea del año (FOTY).
Se nos olvidaba decir que ese día, en la undécima fila de ring, estaba sentado, o más bien de pie, un buen amigo nuestro de Posada de Llanes. Y es que la afición al boxeo permite cometer alguna locura de vez en cuando. Os podemos decir que un combate de buenos pesos pesados en vivo y en directo impresiona un montón, cuanto más un título mundial, y nuestro buen amigo temió haberse gastado sus ahorros en balde tras el primer sopapo del combate.