Pues ya que estamos en vías de debutar en kickboxing oriental, o sea, con lowkick, vamos a dar entrada a dos campeonatos del mundo de esta especialidad donde vais a presenciar estilos contrapuestos y diferentes maneras de servirse de los lowkicks.
Los vídeos tienen ya unos añitos, pero no invalidan para nada el trabajo de tibias que puede realizarse en un combate de kickboxing.
El primer combate que os presentamos enfrenta a Abel El Quandili contra Sebastien Farina. Antes de darle al play hemos de poneros en antecedentes. Se trata del campeonato del mundo de la ISKA, federación dedicada al kickboxing sin (sin lowkicks) que se vio obligada a introducirse en el mundo de los lowkicks cuando la WKA, centrada en el kickboxing con (con lowkicks) se entrometió en los dominios de la ISKA, heredera de la PKA. Así pues, en aquellos momentos el título con lowkicks de la ISKA se veía como un título menor dado que los grandes peleadores de kickboxing oriental (con) competían en la WKA.
El Quandili —que viste calzón rojo en este vídeo— ha sido un excelente peleador de fullcontact o kickboxing americano (o sea, sin lowkicks). Ya le vais a ver: longilíneo, con unas piernas prodigiosas en rapidez y elasticidad, un tipo móvil durante sus combates y con una envergadura también destacable.
Farina —con patalón blanco en el combate— fue un grandísimo peleador de savate o boxeo francés, donde los lowkicks con la tibia están prohibidos y se aplican el empeine o la punta del pie (van calzados) aprovechando el resorte de la rodilla, al igual que las patadas circulares al estilo de las artes orientales como taekwondo o karate. Vais a tener un boxeador más móvil aún que El Qandili, que encadena patadas y puñetazos del mismo hemicuerpo.
Puede parecer que los golpes no llevan la potencia que proporciona la cadera, pero son apoyados con el peso del cuerpo, y al ser más rápidos pueden encadenarse con más facilidad y llegar varios a su objetivo en un corto lapso de tiempo.
Vais a comprobar que los lowkicks de ambos son poco potentes, y que encadenan patadas y puñetazos con gran velocidad. Realmente estaban peleando cada uno con su estilo: Farina como si peleara en un combate de savate, y El Quandili como si los lowkicks no fueran con él, lanzándolos un tanto desmañadamente.
Aquí tenéis la pelea por el título mundial de kickboxing de la ISKA:
- Abel El Quandili vs Sebastien Farina (a)
- Abel El Quandili vs Sebastien Farina (b)
- Abel El Quandili vs Sebastien Farina (c)
Y por si os ha entrado la curiosidad, aquí os dejamos el combate que les enfrentó por primera vez, en savate (boxeo francés). En este sistema de combate también se permiten las patadas con la planta del pie al muslo:
Y por si la curiosidad sobre la savate os sigue picando, aquí os dejamos un muy buen combate con un coprotagonista muy especial para nosotros:
El segundo combate que os anunciábamos, también por el título mundial de kickboxing con lowkicks nos presenta a Dida Diafat contra un peleador que no identifican en el enlace. Dida Diafat ha sido campeón del mundo de muay thai, enfrentándose al mismísimo Ramon Dekkers en dos ocasiones y poniéndoselas tiesas al mítico holandés (otro día os presentamos sus dos batallas).
Vais a comprobar cómo los lowkicks son de otra factura, con la potencia que permite el giro de cadera al más puro estilo thai. Dida Diafat es el que lleva el pantalón oscuro.
Aquí los lowkicks se administran, ya que se lanzan con total potencia y también le desgastan a uno; se lanzan sólo cuando es seguro que van a llegar, pues el fallo deja expuesto al boxeador, de costado, mientras que los lowkicks fallados del combate anterior no rompen la figura del luchador.
En definitiva, dos combates muy desiguales en cuanto a la concepción del lowkick. Nosotros nos identificamos (aunque quizá sea por ignorancia) con el estilo de este segundo combate. Entre otras cosas porque no creemos que ante los potentes lowkicks thais pudiéramos hacer mucho oponiendo los lowkicks con resorte. Pero ahí están los lowkicks de la savate, para ser aplicados cuando convenga según convenga. Sobre todo en los primeros compases del combate, mientras estudiamos a nuestro rival. De todo podemos sacar provecho.