La de hoy es una historia que acaba en tragedia. Pero debe ser contada. Es la historia de un peso medio, un enorme campeón de la categoría reina del boxeo en los años noventa del pasado siglo XX.
¿Que por qué el peso medio es la categoría reina? Pues porque en ella se aúnan la velocidad de los pesos ligeros y la potencia de los pesos pesados, como se viene reconociendo desde que se crearon las otras dos categorías de peso. La categoría reina siempre ha sido el peso medio y Gerald «The G-Man» McClellan fue su emperador a comienzo de la década de los noventa.
Ya habréis echado una ojeada a su récord en el enlace anterior, pero vamos a reflejarlo aquí: 31 victorias, de las cuales 29 fueron por nocaut, y 3 derrotas, una de ellas antes del límite… la última. De sus 29 nocauts, 20 fueron en el primer asalto. Y no solamente se produjeron al inicio de su carrera, cuando los rivales son febles, sino también en peleas con el título mundial en juego enfrentándose a campeones de reconocido prestigio.
De las 6 peleas que vemos en su récord por un título del mundo, en 4 noqueó a sus rivales en el primer round, y en la otra se deshizo de su antagonista en el quinto asalto. Y no eran precisamente peritas en dulce. Entre sus víctimas con mayor renombre tenemos a John «La Bestia» Mugabi y a Julian Jackson, éste por dos veces.
Os hemos preparado de primer plato la pelea en la que McClellan se corona campeón mundial del peso medio de la WBO, a la sazón vacante, el 20 de noviembre de 1991 en el Royal Albert Hall de Londres contra el ugandés «La Bestia» Mugabi. No penséis que a este angelito le habían puesto tal apodo para meter miedo… lo metía. Terminó su carrera con un registro de 42(39)-7(6)-1. Observad que de sus cincuenta combates el 90% acabaron por nocaut para sus rivales o para él.
La calidad de la grabación no es muy buena (recordad que en aquellos años lo mejor que teníamos era el VHS). Nuestro protagonista viste el clásico calzón de color oro viejo —que al principio era amarillo— que caracterizaba a los peleadores del Kronk Gym de Detroit, regentado por el mítico Emanuel Steward, desparecido en octubre del año pasado. Seguro que recordaréis a Thomas «La Cobra» Hearns y a otros legendarios peleadores luciendo este pantalón.
Hacemos un apunte mental para abrir espacio en futuras entradas a historias de grandiosos entrenadores de las dieciséis cuerdas. Pero volvamos a Gerald McClellan, al que hemos dejado coronándose campeón mundial con 24 años venciendo a todo un guerrero del ring que en ese momento tenía 31 tacos y un récord de 38(38)-3(3).
McClellan hizo después cuatro peleas que se saldaron con tres nocauts en el primer asalto, rematando la otra pelea en la segunda vuelta. No aparece en los archivos de BoxRec que hubiera ningún título en juego en ninguno de estos cuatro pleitos.
En el siguiente combate se enfrentó por el cetro del WBC como retador al temible Julian Jackson, de Islas Vírgenes, que tenía un récord de los de preocupar. La pelea se escenificó el 8 de mayo de 1993 en Las Vegas, Nevada, USA.
Jackson fue un temible pegador de la década de los noventa que se retiró con un expediente de 55(49)-6(6). Otro depredador del ring igual que Mugabi. Sus peleas olían siempre a fuera de combate.
McClellan se presentó en el Thomas & Mack Center de Las Vegas con 27(25)-2, mientras Jackson lo hacía con 46(43)-1. Cuidado no os vayáis a caer porque el combate es de los de ver en el borde de la silla. Os lo decíamos en la anterior entrada: Doctor KO contra Mister Nocaut. No existe asalto de tanteo; es un choque de bólidos y el resultado es el esperado.
A falta de un día para cumplirse el año de esta pelea, es decir, el 7 de mayo de 1994, y en el MGM de Las Vegas, USA, se volvieron a enfrentar ambos pugilistas. Entre tanto, Gerald McClellan había hecho dos defensas exitosas de su título, ganando ambas por KO en el primer asalto, y Jackson había aumentado a tres su lista de victorias, dos de ellas por la vía de la anestesia en el primer asalto.
Esta vez no vamos a apostar. Seguro que queréis ver la revancha. Un consejo: no pestañeéis desde que el árbitro diga BOX. Aquí McClellan viste pantalón verde oscuro. Os lo decimos porque la calidad de la imagen tampoco es muy buena, pero el documento gráfico merece la pena enlazarlo.
Tras este enfrentamiento McClellan no realizó más combates hasta el 25 de febrero de 1995, cuando se enfrentó en el New London Arena a Nigel «Dark Destroyer» Benn, otro pegador que una vez retirado atesora un récord profesional de 42(35)-5(4)-1. Sus primeras 22 peleas fueron 22 victorias con 22 nocauts. Como podéis comprobar, en aquellos años sobraban cañoneros en la categoría reina. Ya os lo hemos dicho, la velocidad de los ligeros y la pegada de los pesados.
El británico Nigel Benn se presentó en el cuadrilátero como campeón mundial del supermedio WBC, con un registro de 39(32)-2(2)-1. Gerald McClellan acudió a su cita con la tragedia en calidad de retador con un expediente de 31(29)-2.
El combate es salvaje. En el primer asalto McClellan noquea a Benn sacándolo del ring. El campeón inglés tardó en volver al ensogado más de los diez segundos reglamentarios (en el vídeo se aprecian 12 ó 13 segundos desde que se lleva el último golpe) pero la pelea prosiguió. En el octavo round McClellan vuelve a derribar a Benn. En el décimo Gerald pone la rodilla en el suelo en dos ocasiones; en la segunda aguarda pacientemente la cuenta de diez; vuelve a su esquina y allí pierde el conocimiento y cae al suelo. Desde entonces y hasta el día de hoy permanece en una silla de ruedas, casi ciego y sordo con tan sólo un 20% de audición, estando al cuidado constante de sus hermanas.
Gerald recobró la consciencia brevemente en la ambulancia, camino del hospital, y se quitó la máscara de oxígeno. Precisó una cirugía de emergencia para extirparle un coágulo de sangre en el cerebro. Estuvo once días en coma, sufriendo daño cerebral. Recientemente ha recuperado cierta capacidad para caminar con un bastón, pero su memoria a corto plazo también está severamente afectada.
Ha sido homenajeado en múltiples ocasiones, y Roy Jones Jr., al que venció cuando ambos eran amateur, y contra quien en numerosas ocasiones se especuló un enfrentamiento en el campo profesional, creó una fundación para ayudar a Gerald. El ahora predicador Nigel Benn también se ha volcado para recaudar fondos para McClelland. En 2007 Benn organizó una subasta benéfica donde se recaudó una considerable cantidad de dinero, aunque no suficiente para costear las necesidades de G-Man.
Teddy Blackburn, fotógrafo especializado en boxeo, publicó un libro de fotografías cuyos beneficios van a parar a la familia McClelland.
Pero el cuidado de Gerald es caro y su casa necesita continuas reparaciones para adaptarla a sus cada vez más disminuidas facultades. En diciembre de 2011 su familia se vio obligada a vender sus cinturones de mundiales. Ante la gravedad de la salud del campeón, el WBC solicita continuamente ayudas para McClelland a través de llamamientos públicos.
Gracias a Jeff Linenfelser, un promotor de boxeo amateur, el personal de mantenimiento adecuado y varias empresas de Freeport, Illinois, localidad donde reside el ex campeón, donaron su tiempo, trabajo y materiales para acometer las reformas que la casa de McClelland necesitaba. No sólo realizaron los cambios que se precisaban en el cuarto de baño, sino que colocaron un suelo especial para él, han reformado su cocina, las cañerías del agua y unos daños por humedades en toda la casa que el seguro no cubría, pues para ellos no era posible hacer frente a tales reparaciones por el alto coste de los cuidados que precisa el campeón.
En julio de 2012 la salud de Gerald empeoró y hubo de someterse a una operación para extirparle el colon. Otro ex campeón del superwelter, el irrepetible Terry «Terrible» Norris, que ha creado una fundación para proteger a los boxeadores, hizo un llamamiento señalando que los órganos de G-Man han entrado en un proceso degenerativo a causa de su lesión cerebral. Ring 10, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a boxeadores con problemas económicos, ofrece a McClellan un aporte mensual de alimentos. El campeón depende de la ayuda de gente de bien. Éste es el lado triste del boxeo, pero constatamos también la cara solidaria de este deporte.
Aquí os queda el vídeo del combate. Os dejamos también un enlace a la página web de Gerald McClellan.
Y aquí un artículo que aparece en esa web, escrito hace ahora 10 años por Jake Donovan. Usad algún traductor si es que también estáis peleados con la lengua de Shakespeare; merece la pena leerlo aunque sea con la deficiencia de un traductor online. Donovan carga las culpas sobre el árbitro, asegurando que no fue imparcial (con numerosas interrupciones que beneficiaron a Nigel Benn), y sobre el sistema, que debe estar en constante revisión. Leed también este artículo de 2005 sobre cómo se ha solidarizado el mundo del boxeo con Gerald McClellan.