Ayer jueves hubo velada de boxeo en Nueva York. Es un decir… Allí son más vespertinas que veladas, y es que los horarios españoles ya sabemos que funcionan dos horas más tarde que en el resto del mundo civilizado (de ahí nuestro aplauso al horario de la reunión pugilística de Maliaño del mes pasado).
El caso es que en uno de los combates se enfrentaron dos zurdos: Víctor Ortíz (29(22)-4(3)-2), quien perdiera por nocaut no sin polémica ante Floyd Mayweather Jr., viajaba desde California a Brooklyn (Nueva York) para oponerse al púgil local Luis Collazo (34(17)-5(1)) por el título Internacional de la WBA del peso welter.
La pelea fue corta y nada intensa. Un crochet abierto a la salida de un cruce de manos (esa manita que no debe abandonar el mentón propio) definió la contienda.
Pero nos quedamos con lo que ocurrió tras la cuenta de diez. El ganador pide calma en su esquina para luego irse al suelo a no sabemos muy bien qué, pero apostaríamos que a orar no, y el perdedor, una vez recuperado, que le llama y espera a que se levante para fundirse en un abrazo con él.
Cualquiera podría sospechar que todo estaba amañado y que eran íntimos amigos a tenor del abrazo redoblado en que se funden y de las palabras cordiales que intercambian. Cualquiera que no sepa de qué va esto del boxeo, claro.
Pero como las imágenes siguen valiendo más que mil palabras, y mientras no cierren el vídeo subido a Youtube, aquí os las dejamos.