Dos pistoleros sin estampa

Hoy os traemos a Touch Gloves a dos boxeadores que hicieron nuestras delicias allá por los años noventa gracias al programa que Jaime Ugarte y Xabier Azpitarte (q.e.p.d.) conducían en la cadena amiga: Pressing Boxeo (lo de Pressing era un nombre genérico para cualquier programa de deporte; Telecinco también programaba el Pressing Catch y el Pressing Fútbol).

Ambos púgiles pertenecían a ese tipo de boxeador que nuestros comentaristas designaban como pistoleros, púgiles fríos que quizá tiran pocos golpes, pero que todos los que tiran llegan; que no gastan energías en salvas de artificio; que esperan a conectar sus mejores bombas a la contra, recibiendo al rival; que tienen el punto de mira siempre afinado y el gatillo siempre dispuesto; que se van a la guerra cuando hay que irse, pero que siempre son ellos los que deciden cuándo ha llegado ese momento. Ninguno de nuestros protagonistas obedecía al canon prototípico que del boxeador que se tenía en aquellos años, aunque a buen seguro que esto de los clichés también ha sufrido variación con el paso del tiempo.

Concretamente éstos eran dos tipos desgarbados sin planta de boxeador: escuálidos como palos, secos como la arena, duros como perros, ojos inexpresivos, de musculatura longilínea, nada hipertrofiada, con los brazos inusualmente alargados, colgándoles desmañadamente desde los hombros, incluso podríamos decir que algo achepados… Decía con sorna un gran amigo nuestro: «Si vas a la playa y no hay sitio para estirar la toalla, al primero al que vas a dar un sopapo para quitarlo de allí y ponerte tú es a este tipo». Lo dijo cuando conocimos a Tito Trinidad, que en los inicios de su carrera conservaba también un biotipo parecido a éste.

Pasamos a presentaros en primer lugar a Loreto Garza, sacramentés, o lo que es lo mismo, de Sacramento, la capital de California. Arrastraba siempre con él una ruidosa parroquia de hispanos. Además del biotipo descrito arriba lucía el típico bigote mexicano: pistolero total. Un tipo que parecía acoordinado y torpe hasta que se acababa el jolgorio de los prolegómenos y comenzaba la fiesta privada dentro del ring. Aun sin saber dar pasos de baile sobre la tarima, interpretaba una sinfonía de manos que explotaban en la anatomía del rival hasta convertirse en un solo de ganchos y directos.

Garza, que cerró su carrera con una marca de 31(26)-2(2)-1, se encierra en el ensogado en este combate con el no menos histórico Vinny Pazienza —50(30)-10(3)— , al que acaba desquiciando. Sus respectivos récords en el momento de la pelea os aparecerán en pantalla. El italo-americano merecerá otra entrada en este vuestro blog favorito. En juego estaba ese primer día de diciembre de 1990 el título mundial WBA del peso superligero, y se trataba de la primera defensa del californiano. El combate nos lo sirven en tres cortes que os dejamos a continuación.

No os podéis quejar, que un post que daba para dos días os lo servimos en una misma entrada. Aún así, sabiendo que no os quejáis, nos animaría bastante que nos dejarais algún comentario de vez en cuando. Las visitas al blog registran en estos momentos una media de 129 entradas diarias con una ratio de más de tres hits y medio (páginas vistas por cada visita), con lo que el tiempo medio de permanencia en nuestra casita digital arroja también valores más que aceptables.

Vayamos a por el segundo pistolero, el venezolano Crisanto España, un tipo desgarbado que desde luego no pasaría por galán bueno de Hollywood; más bien haría de feo y malo. Mantiene el biotipo ya expresado en párrafos precedentes.

En la pelea que aquí os traemos (cuya calidad de imágenes no son de lo mejor que hemos visto; una lástima que no dispongamos de capturadora de vídeo, porque nos parece recordar que el VHS del que disponemos nosotros tiene mejor calidad) se sube al entarimado contra, ni más ni menos que, Meldrick Taylor, que venía de perder cinco meses antes contra Terry Norris (otro guerrero del ring que es acreedor a una entrada propia en este blog) y dos años y medio antes frente a Julio César Chávez, combate que ya os hemos presentado el mes pasado. Crisanto España cerró su carrera profesional con un registro de 31(25)-1(1).

Se enfrentaron Taylor —cuyo registro final es de 38(20)-8(4)-1— y España el 31 de octubre de 1992 en el Earls Court Exhibition Hall, de Kensington, en Londres, Reino Unido, para dirimir la supremacía mundial del peso welter de la WBA del cual era titular el de Filadelfia. Cierto es que Taylor venía de perder su último combate frente al menor de los Norris, pero se trató de una escaramuza en el superwelter para llevarse la diadema universal del WBC, incursión que fue rechazada en cuatro rounds por el monarca apodado el Terrible.

Vais a ver los problemas que los largos brazos del venezolano le causan al campeón, que casi le puede pegar sin salir de su esquina. Pero en la media distancia también los hace efectivos, tanto entrando como saliendo de ella. Tampoco España se caracteriza por un baile preciosista, y se diría que le cuesta coordinar los pies para dar un paso adelante. Pero la efectividad de los golpes lanzados adquiere un porcentaje desesperante. El final del sexto y del octavo round son duros de verdad.

No os vamos a dar más datos, que los palmarés de cada púgil en el momento de la pelea son citados por el ring announcer (ya deberías saber al menos los números en inglés, que de algo os tiene que servir el boxeo: twenty nine wins, two losses and ‘guan’ draw, fifteen ‘kaious’ son veintinueve victorias, dos derrotas y un nulo, quince nocauts). El combate nuevamente lo hemos conseguido en tres entregas. (La molesta marca central desaparece durante el visionado).

Sobre la calidad de las imágenes: no os ponemos aquí estos combates para que los veáis con el ojo del director de arte, sino con el ojo crítico del entendido en la dulce ciencia de fistiana.