Y allí estuvimos, asistiendo in situ a una velada maratoniana con 10 combates de aficionados y tres de profesionales. Unas tres mil personas según estimaciones de la organización, un marco incomparable que registró una buena entrada para ver a Aitor «el Diamante» Nieto revalidar su entorchado nacional de los welter frente a un Daniel «la Cobra» Rasilla al que las guerras libradas parecen pasarle factura.
Para nuestro gusto la jornada fue excesiva y con cinco combates amateur, los aficionados hubiéramos pagado lo mismo y hubiéramos salido igualmente satisfechos. Intensos los combates de los pros, con un Dani Calzado que fue de más a menos (a pesar de ello, a nuestro juicio ganó en su debut profesional y el nulo que sellaron los jueces no fue justo) y con un Pablo Fuego que en ocasiones dejó de transmitir nervio a la grada, apagándose y diluyéndose en una larga distancia que enfría el combate y ofreciendo comodidad a su rival. Pero sabemos que no siempre se puede hacer lo que uno quiere y que los rivales también suben al ring para ganar los combates asalto tras asalto.
En el combate estelar, que llegó a la distancia de 10 rounds, el local Aitor Nieto imprimió un ritmo arrollador desde el primer tañido de campana, ritmo que mantuvo hasta el sexto asalto, al comienzo del cual pasó a jugar a la contraofensiva, actitud con la que también se impuso a Rasilla, que recibió dos amonestaciones por bajar la cabeza (la segunda, quizá, un tanto rigurosa).
Nieto se desenvolvió a gusto en todas las distancias en las que discutió con el cántabro, e hizo lo propio en los terrenos en que quiso plantarle cara al veterano Rasilla —el centro del ring y el anillo próximo a las cuerdas—, a quien comienzan a acumulársele las derrotas.
Sentimos decir —quizá aquejados de nuestra propia miopía— que no vimos ambición en un Daniel Rasilla cuya mayor virtud en el pasado fue su explosividad. Honesto púgil que a nuestro entender, y al menos en este combate, ha perdido el hambre de victoria. Lo cual no desmerece en modo alguno la victoria del ovetense, que supo mostrar oficio y apunta hacia metas más altas. Quizá el título welter de la Unión Europea, aunque antes, tal vez, deba ranquearse peleando ante boxeadores extranjeros.
Esperamos que el equipo de promotores que le cuida y le mima pueda traerse esos futuros combates de Aitor a casa, porque la afición asturiana al boxeo ha demostrado que responde adecuadamente cuando se la reclama.
Eso sí, por favor, no más veladas maratonianas, que la reunión comenzó pasadas las 21:45 h. (¡ah!, esa manía de posponer el pistoletazo inicial y nunca comenzar a la hora que se fija en los carteles), y salimos del Palacio de los Deportes de la capital a las 03:30 h. Que no son horas y luego los agentes de la Benemérita nos paran hasta tres veces para soplar y no se creen que no hayamos bebido ni gota de alcohol a esa hora cuando damos 0’0.