Leemos, no sin preocupación, que el Consejo Superior de Deportes (CSD) está valorando disolver la Federación Española de Kickboxing (FEKB). El argumento, tras varias denuncias de diferentes federaciones autonómicas, es que la FEKB es de hecho la empresa familiar del presidente y su consorte (gracias T por el enlace).
Una lástima que la opción barajada por el CSD sea la disolución de la federación y no la inhabilitación de por vida de quienes por intereses arteros y torticeros han llevado al kickboxing nacional a esta situación. No dejamos de reconocer que este mismo presidente fue quien realizó la gesta de obtener autorización del CSD para constituir la FEKB, pero algo se torció después (o quizá ya venía torcido) y la federación española se convirtió en un búnker y un nido de adláteres incapaces de oponerse a sus caprichos, todo ello asociado a un ego desmedido. Se da el caso de que existen tres diferentes cuotas de acceso a la federación para las asociaciones deportivas, y a criterio de su dirigente los clubes por él indeseados deben pagar la cuota máxima 6.000 euros anuales por afiliarse a la federación española, cuyos estatutos presuponen una organización democrática.
Hace casi veinte años la respuesta de algunas territoriales, en número no muy superior a cinco, fue constituir la Confederación Española de Kickboxing (CEK), hoy Consejo Español de Kickboxing y Thaiboxing (CEKT), comandados por el campeonísimo José Antonio Vicente Eguskiza, pero las trabas legales han sido muchas y grandes, sobre todo en orden a las titulaciones deportivas y a la representación internacional de sus campeones. Y en honor a la verdad es justo reconocer que Eguskiza tampoco se vio rodeado de mentes privilegiadas en lo que a organización deportiva respecta (ninguno lo somos), y la situación se fue deteriorando a lo largo de estos años hasta desembocar en el estado actual. No olvidemos tampoco que la burocracia española no es que sea lenta, es que no avanza. Diecisiete años de denuncias para llegar a este panorama.
Si en el CSD creen que eliminando la federación se olvidarán de los numerosos problemas que el kickboxing les ha creado cometerán un craso error, pues si hay algo que nos caracteriza a los del kickboxing es que somos peleones. Mejor sería que el señor Cardenal reuniera a todas las partes implicadas, por poca importancia que tuvieran, y negociar la limpieza de la federación; herramientas tienen para auditar la federación durante varios años hasta que la tutela deje de ser necesaria.
El señor Pedro Horcajo Alba debe abandonar la Federación Española de Kickboxing de sus amores porque la constante huida hacia delante sólo le lleva a un callejón sin salida. De pasar a ser recordado como el gran gestor que fue, acabará siendo recordado con animadversión por todo el kickboxing nacional, porque sus secuaces también están hartos ya de tantas complicaciones legales para salvarle de sus continuos errores y caprichos.