Más, más, queremos más

Vale, insaciables; aquí os dejamos la tercera y cuarta parte de las sorpresas boxísticas. La verdad es que han sido momentos históricos. Un combate, como bien sabéis, no es un par de bofetadas y ya está. Es mucho más. Las jornadas previas, la tensión del vestuario, la estrategia de cada esquina, la táctica de cada púgil, y finalmente el momento de la verdad, el cara a cara. Y no nos estamos refiriendo al toe to toe que dicen los gringos (cuando son llamados al centro del ring). Nos estamos refiriendo al cruce de cañonazos, al momento de la verdad, al hecho de analizar y valorar lo que está ocurriendo. Son momentos irreversibles. Nunca volverán a pasar. Podrá haber un segundo y hasta un quinto combate, pero esas réplicas siempre estarán condicionadas por lo acontecido antes. Y el 80% o incluso el 90% de los combates no se repiten. Los púgiles no tienen ocasión de volverse a medir. Está ocurriendo y no hay corrección de errores a posteriori porque todo sucede a velocidad de vértigo. Y el siguiente asalto no tiene nada ver con el anterior.

Y qué puñaladas le mete Tommy Hearns a Iran Barkley en los costados, y qué zambombazo le mete Iran Barkley (el bueno y medio ciego de Iran Barkley) al maloso de La Cobra Hearns según va cayendo, antes de tocar el suelo. Y el tipo va y se levanta. El piñazo era para haber reventado a un jabalí. Pero Hearns era mucha Cobra. Y Barkley era del Bronx.

Así pues, caballeros (y amazonas guerreras), os dejamos con dos nuevas recopilaciones (y las últimas por el momento de esta serie).

Sorpresas boxísticas 3

Sorpresas boxísticas 4