Tortas y retortas

Ya sabéis que no nos gusta el K1, lo cual no es óbice para que sepamos apreciar los buenos combates que de vez en cuando nos depara el cada vez más poderoso yen japonés.

En esta ocasión el ídolo thailandés, Buakaw Par.Pramuk se va a enfrentar en la final del K1 Max de 2009 al brasileño André Dida. La sorpresa no tardará en saltar y veréis un combate intenso.

A continuación, pinchando en «Sigue leyendo», os analizamos el combate. Pero mejor disfrútalo y luego nos lees.

En el primer asalto vais a tener a Buakaw flotando durante todo el combate. De un soberbio pepinazo se va al suelo al poco de dar comienzo la contienda.

Sorprendente fue la recuperación del thailandés durante el descanso, que sale como nuevo.

En el segundo round asistimos a un rodillo de Buakaw, y aquí lo que sorprende es el bajón del brasileño, que ya acabó el primer asalto un poco tocado.

El tercer y último asalto es un entrenamiento al saco de Buakaw: Nueva cuerada que se lleva el brasileiro que bastante tuvo con subsistir.

El resultado, y puesto que ningún juez iba a cometer la temeridad (aunque hubiera sido justo) de puntuar los asaltos del thailandés como 10-8 a su favor aunque no hubiera habido caída del rival (al menos en nuestra época de árbitro internacional de kickboxing podía darse esta puntuación si la superioridad era manifiesta). También hubiera sido justo puntuar el primer asalto como 10-7 para André Dida, pues además de la caída se trata de un asalto netamente superior a su antagonista.

Decimos que con el (predecible) resultado de 10-8; 9-10; 9-10 teníamos combate nulo a la vista, por lo que nos iríamos a un cuarto asalto, cosa que es muy del estilo kyokushinkai, sistema de competición del que ya hablaremos en su momento porque en nuestro club siempre hemos peleado en este karate al KO cuando había torneos open, sobre todo en el País Vasco.

Y también nos llama mucho la atención el gesto del árbitro, muy en karateka él también, haciendo el inequívoco signo del hikiwake japonés en lugar de levantar la mano a ambos púgiles como se hace en todos los boxeos (tal vez sean las normas del K-1, por lo que no vamos a decir más).

La clave estuvo en que André Dida no finiquitó su trabajo en su momento cuando Buakaw deambulaba grogui por el ring, que bien hubiera podido rematar con una golpiza en serie para que el árbitro parara el enfrentamiento, pero recursos boxísticos no parecía tener el brasileño, que quedó desfondado sin posibilidad de recuperación para el resto del combate.

Observad que faltando 50 segundos para el término del primer asalto Buakaw conecta un potente tibiazo en la cabeza de André Dida que le merma sus facultades y concluye el asalto un tanto descoordinado, sin llegar a estar desmadejado. Importantes pues fueron los sesenta segundos del descanso en cada esquina, que supusieron un cambio radical en el panorama.

Abocados a disputar un cuarto episodio, en la esquina del sudamericano sólo podían esperar otra mano providencial, pero ya las fuerzas eran las mismas y la precisión brillaba por su ausencia.

Curioso también en el reglamento del K1 la tarjeta amarilla que saca el árbitro, muy futbolera ella, deporte que anda de moda ahora por el Japón… Y es que esto del K1 cada día nos tiene más asombrados. Han fagocitado el kickboxing y se han apropiado de una regla (los rodillazos sin agarrar) que ya fue propuesta por el presidente de la WKA, Howard Hanson, hace por lo menos 20 años.

Que sí, que está bien esto del K1, pero que estaría mucho mejor sin tanta parafernalia rocambolesca. Menos luces y menos sonido, menos presentaciones y menos parafernalia tarjetera e hikiwakera, y mejores enfrentamientos con púgiles mejor preparados. Mucho nos tememos que si no hubiera sido por el knockdown del de Par.Pramuk, el combate habría sido un paseo militar para el thai.