Pues eso, que anoche estuvimos hasta altas horas de la madrugada, ya amanecía tímidamente cuando nos metimos en el sobre, viendo boxeo de alto voltaje en directo, saltándonos las normas de los clanes que dirigen este país donde abunda la gente ovinizada que sigue aceptando el sempiterno bipartidismo parlamentario y el oxímoron en forma de gobierno como mal menor.
Como nada vamos a conseguir maldiciendo libros de estilo que vetan el boxeo y presupuestos económicos que cierran la única cadena que ofrecía boxeo en directo en España, os vamos a hacer un buen regalo en forma de vídeo. Pero cuando menos, os debemos también la confesión de nuestro secreto.
Estuvimos viendo la velada de boxeo celebrada en San Antonio, Texas, USA, gracias a la cadena argentina TyC Sports, que ellos llaman «teicesports» y a nosotros nos sale mejor decir «ticsports», donde retransmitían un programa llamado «Boxeo de primera» o algo así. Vamos, «La noche del boxeo» española (ya sabéis que Marca TV desaparece la semana que viene, el miércoles 31).
Cogimos empezado el combate entre el argentino Diego Gabriel Chaves, que anoche defendía el mundial interino del wélter de la WBA, y lo perdía por nocaut en el décimo frente al americano Keith Thurman después de un combate entre invictos en el que el sudamericano pareció un tanto reservón, frío y en algunos lances hasta apático. Sus compatriotas, porque encima disfrutamos del lujazo de que la retransmisión se efectuara en la lengua de Cervantes, le pedían más desde los estudios de la cadena, pero no era la noche de «La Joya».
Luego vimos un combate increíble… Increíble. Tan increíble como puede hacerlo un japonés. Y no pudimos evitar acordarnos de Hijime no Ippo.
El campeón Omar «Panterita» Figueroa, que oficiaba como local en su calidad de tejano, le dio un repaso a Nihito Arakawa, pero se llevó más de un susto que por suerte para él no acabaron en disgusto.
En el primer y segundo asalto el japonés caminaba flotando sobre el tapiz, se rehizo y puso en dificultades a la Panterita, que lanzaba golpes a plena potencia, desde todos los ángulos previstos y por todas las trayectorias conocidas, entrando y saliendo del infighting, pero el nipón se negaba a rendirse. Arakawa llegó a lanzar series de diez o más golpes, casi sin aire, al borde de la extenuación, sin que los espectadores, telespectadores, netespectadores y locutores supiéramos cómo hacía para seguir en pie. Estos últimos llegaron a pedir con urgencia que el árbitro detuviera la contienda allá por el noveno round, pero el japonés seguía golpeando con un ojo cerrado y la cara con más bultos que un saco de leña. Luego reconocieron que era difícil pararle la pelea a un púgil que continuaba tirando manos. Pasaron a dudar de que el del sol naciente llegara en pie al último episodio, pero acabaron reconociendo que sería uno de los mejores combates del año.
A nosotros no nos gustó. Demasiada carnicería, demasiada superioridad. A pesar de acabar cortado, Figueroa dominó todos los asaltos, dando una soberbia lección de estilo y contundencia. Con 17 KO acreditados en 21 victorias no es posible dudar de la pegada del tejano, así que hemos de reconocer que Nihito Arakawa es un encajador de primera magnitud… pero carecía de defensa, aunque se presentara en San Antonio con un récord de 16 KO en 24 victorias. A nuestro juicio el combate no aportó nada a partir del sexto asalto, nunca Figueroa estuvo en dificultades más que las propias del cansancio de golpear al punching-bag que era Arakawa, el corte parece que fue producto de un cabezazo allá por el tercer asalto, y el asiático se llevó la paliza de su vida, acabando con el rostro tumefacto. Luego nos quejamos de que en el País haya gentes que denigran el boxeo.
Y llegó el combate de fondo entre el ex campeón mundial André Berto y Jesús Soto Karass, boxeador cenicienta que no acaba de emerger en sus combates cruciales, contratado en calidad de piedra de esmerilar para enfrentarse a quien en su día estuvo nominado a enfrentarse al todopoderoso Money Mayweather. Dos derrotas inoportunas ante Robert Guerrero (el último adversario de Floyd Mayweather) y Víctor Ortiz (otra de las últimas víctimas del de Grand Rapids) habían apartado a André Berto de las bolsas millonarias que propicia en la categoría de moda el mejor libra a libra.
Así pues, el mexicano Jesús Soto Karass (27(17)-8(2)-3), que vestía de rosa en apoyo a la lucha contra el cáncer de mama, trataría de coger a sus 30 años uno de los últimos trenes hacia la fama y el dinero, mientras que el americano André Berto (28(22)-2), con sus 29 tacos, debía invertir la tendencia a la baja (dos derrotas en sus tres últimos combates) optando al vacante título de la NABF —la federación norteamericana de boxeo— para volverse a acreditar en las negociaciones entre promotores y federaciones.
Había una colisión estelar a la vista y cual buen astrónomo no quisimos perdérnosla a pesar de la avanzada hora. El combate fue memorable, y dimos por buena la noche toledana que pasamos frente a la moderna pantalla alimentada por los cables del teléfono. Que les den tres cuentas a los meapilas que sólo ven puñetazos donde hay una gesta. Es como si sólo vieran los gags en una comedia estupendamente escrita y mejor guionizada, con un inmejorable reparto y soberbiamente interpretada. No les vamos a convencer y ellos a nosotros tampoco.
Lo que tal vez si os convenza a vosotros es ver el peleón, a nuestro juicio mucho mejor y más igualado que el de semifondo. Los comentarios están en la lengua de Shakespeare. ¡Qué le vamos a hacer! A ver si todos juntos nos apuntamos a clases de inglés…
¡Ah!, qué cómo pudimos ver el combate… Vaaale, os lo decimos.